Detección del cáncer de cabeza y cuello
Las pruebas de detección del cáncer de cabeza y cuello suelen reservarse para las personas con mayor riesgo. Si bien las pruebas de detección de rutina para la población general no se practican ampliamente, las personas con mayor probabilidad de desarrollar estos cánceres pueden beneficiarse de controles regulares con un otorrinolaringólogo para detectar signos tempranos de cáncer, como bultos inusuales o cambios en la boca, la garganta o el cuello.
¿Quién debe realizarse pruebas de detección del cáncer de cabeza y cuello?
Es posible que desee hacerse un examen de detección de cáncer de cabeza y cuello si pertenece a uno o más de estos grupos:
- Consumidores de tabaco y alcohol
- Aquellas personas con antecedentes de virus del papiloma humano (VPH)
- Personas con antecedentes familiares de cáncer de cabeza y cuello u otros cánceres relacionados
- Las personas expuestas a determinados riesgos laborales, como el amianto o los productos químicos industriales.
Diagnóstico del cáncer de cabeza y cuello
Los cánceres de cabeza y cuello suelen diagnosticarse cuando los pacientes informan síntomas o anomalías, como dolor de garganta persistente, dificultad para tragar o bultos visibles. El diagnóstico suele implicar una combinación de evaluaciones médicas y pruebas diagnósticas para confirmar y estadificar el cáncer. Estas pueden incluir:
- Evaluación física para detectar bultos, hinchazón o anomalías inusuales en la cabeza, el cuello y la garganta.
- Los procedimientos endoscópicos , como la laringoscopia o la nasofaringoscopia, permiten la visualización directa y posibilitan al médico realizar biopsias de lesiones sospechosas.
- Biopsia para extraer muestras de tejido para examinarlas mediante microscopio y confirmar la presencia de cáncer.
- Tomografías computarizadas, resonancias magnéticas o tomografías por emisión de positrones para visualizar tumores y evaluar su tamaño. Estas pruebas de diagnóstico por imágenes también se utilizan para comprobar si el cáncer se ha propagado a los tejidos circundantes o a los ganglios linfáticos, un proceso denominado estadificación, que los médicos llevan a cabo para seleccionar el tratamiento más adecuado.