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No te rindas con tu diagnóstico
Bryant Ponce espera que su experiencia con la acalasia tipo 2 anime a otras personas con enfermedades raras a defender sus derechos en la atención médica.
A los 29 años, este residente de Nueva Jersey desarrolló reflujo ácido y dificultad para tragar, especialmente al beber refrescos y comer comida picante. Con el tiempo, incluso llegó a tener dificultades para ingerir alimentos y bebidas insípidos como yogur, leche, cereales y agua. Para cuando empezó a saltarse comidas, Bryant supo que algo andaba muy mal con su salud. "Cuando le conté a mi gastroenterólogo cuánto peso había perdido en los últimos seis meses, me refirió al Dr. Sherman para que me hiciera más pruebas", recuerda Bryant. "Un amigo me había hablado del Instituto sin Sangre y me contó cómo gente de todo el mundo venía a recibir atención sin sangre. Como la medicina sin sangre es importante para mí, me alegré de tener este tipo de atención cerca".
Una condición increíblemente rara
Tras una endoscopia y muchas otras pruebas, a Bryant le diagnosticaron acalasia tipo 2, una disfunción esofágica en la que los alimentos tienen dificultad para vaciarse en el estómago. La acalasia, una enfermedad poco común, solo se diagnostica en una de cada 100.000 personas en todo el mundo. Bryant estaba en las mejores manos con la Dra. Jingjing Sherman, cirujana general del Instituto Bloodless de Englewood Health. Ella le aseguró que su tratamiento podía realizarse sin transfusión de sangre. "Los síntomas se pueden controlar con una miotomía de Heller", afirma la Dra. Sherman. "Este procedimiento implica realizar cinco pequeñas incisiones y utilizar técnicas mínimamente invasivas para cortar los músculos del esófago lo suficiente como para aliviar la presión".
Una solución individualizada
La Dra. Sherman y su pareja, la cirujana general Dra. Celinés Morales-Ribeiro, realizaron una miotomía y un procedimiento para reducir los síntomas de reflujo ácido de Bryant. Gracias al éxito de la cirugía, Bryant ha retomado su vida activa, practicando senderismo, natación y fotografía al aire libre, y puede comer prácticamente lo que quiera. "Escuche a su cuerpo, colabore con los profesionales sanitarios e investigue por su cuenta", dice Bryant. "Recuerdo haber notado una diferencia en el primer o segundo mes, y pronto me sentí de mejor humor porque por fin volvía a comer como una persona normal".