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Enfoque mensual en equidad en salud
Por la Dra. Molly Schultheis, cirujana cardiotorácica
Las enfermedades cardíacas son la principal causa de muerte en mujeres en Estados Unidos. Sin embargo, durante décadas, la investigación que ha guiado nuestras estrategias de tratamiento se ha basado principalmente en estudios con hombres. Hace dos años, me interesé por la equidad de género en mi campo tras leer un artículo en JAMA que analizaba cómo las mujeres siguen teniendo un mayor riesgo de presentar malos resultados tras una cirugía de revascularización coronaria (CABG), sin ninguna mejora significativa en la última década. Esto me inspiró a participar en el ROMA: Women Trial , el primer ensayo aleatorizado de cirugía a corazón abierto solo para mujeres del mundo.
La cirugía de bypass coronario (CABG), también conocida como bypass, se utiliza para mejorar el flujo sanguíneo al corazón. El injerto utiliza vasos sanguíneos de otras partes del cuerpo, como el brazo, el pecho o la pierna, para desviar la obstrucción de la arteria. Tradicionalmente, los estudios sobre técnicas de CABG se han basado en cirugías realizadas en hombres o en estudios que incluían tanto a hombres como a mujeres.
Patrocinado por el Weill Medical College de la Universidad de Cornell, el estudio ROMA: Mujeres busca comparar dos métodos para realizar una cirugía de revascularización coronaria (CABG) en mujeres. Los investigadores del estudio evalúan el impacto de estos métodos en la salud cardíaca, la calidad de vida y los síntomas en diferentes subgrupos. Comprender cómo la fisiología femenina responde de forma única a los procedimientos utilizados para restablecer el flujo sanguíneo es fundamental, ya que nos centramos en mejorar continuamente los resultados para las mujeres con cardiopatías.
Además de mi participación en ROMA: Mujeres, he ampliado mis esfuerzos de investigación para abordar otras desigualdades. Participo activamente en el ensayo RECHARGE, que compara la intervención coronaria percutánea (ICP) y la cirugía de revascularización coronaria (CABG) en mujeres, pacientes negros e hispanos, poblaciones históricamente subrepresentadas en la investigación sobre cirugía cardíaca. Además, estoy iniciando mi propio ensayo de investigación, que analiza las arterias y venas utilizadas para injertos en la CABG a nivel microscópico. Espero que estos estudios allanen el camino para estrategias de tratamiento más personalizadas y equitativas que mejoren los resultados a largo plazo para todos los pacientes.
Uno de los desafíos al realizar esta investigación es la participación de los pacientes. Es comprensible que muchos pacientes deseen seguir las directrices existentes, que se basan principalmente en estudios con hombres blancos. Sin embargo, les recuerdo que nuestro objetivo es generar datos específicos sobre las poblaciones minoritarias para poder mejorar sus resultados. Sin su participación, no podemos cerrar la brecha de conocimiento que ha persistido durante tanto tiempo.
Siempre me ha apasionado cuidar a los pacientes y brindarles una mejor calidad de vida y una mayor supervivencia. Con mi nueva participación en la investigación sobre minorías, he encontrado una nueva forma de integrar mi trabajo en el quirófano con mi contribución a la equidad en salud. Mi contribución a la investigación me ha hecho apreciar cuánto aún necesitamos aprender en futuros estudios para cerrar la brecha de género y de minorías en los resultados cardiovasculares. Cuanto más aprendamos, mejor podremos adaptar nuestros tratamientos, garantizando que cada paciente, independientemente de su género o raza, reciba la mejor atención posible.